viernes, 1 de agosto de 2014

"El ganso salvaje" de Ogai Mori


 
Cuatro años llevaba ya esta novela acumulando polvo en la estantería, y ahora que por fin he acudido en su rescate, no he tardado ni un día en leerla. Supongo que es algo que nos sucede a todos: era uno de esos libros que compras con la intención de leer cuanto antes, pero luego van surgiendo otros títulos que, por la razón que sea (porque crees que son mejores, porque te los han recomendado encarecidamente, porque has de leerlos, porque todo el mundo los lee y tú no vas a ser menos, porque se cumple el aniversario de la publicación de tal o cual obra, o de la muerte de tal o cual autor, porque sí), te obligan a postergar la lectura de aquel modesto librito que con tanta ilusión habías adquirido en la librería años atrás.
 
Y me lo estaba perdiendo. Ahora lamento haber dado de lado a El ganso salvaje en beneficio de otros títulos que en su momento supuse más interesantes, más entretenidos, más enriquecedores. La novela corta de Ogai Mori merece recibir el galardón de los tres calificativos de la frase anterior. Me he encontrado con una historia muy bien perfilada y estructurada, que sabe retener y hasta acrecentar el interés del lector, sin nada que envidiar a lo que hacían los grandes novelistas europeos de su época, con un punto de vista narrativo que resulta incluso avanzado para aquellos tiempos: ese narrador subjetivo que conoce bastante bien al protagonista, el estudiante Okada, pero no solo se limita a narrar las peripecias de éste, sino que también interviene en la acción. Es una técnica que haría famoso a Stefan Zweig, pero que, a lo que se ve, Ogai Mori sabía aplicarla con pericia a algunos de sus trabajos. Tiene además la virtud de ir transformando la naturaleza de la historia a lo largo de sus páginas: lo que al principio parecía que iba a ser una comedia sobre las relaciones entre dos estudiantes, Okada y el narrador, va evolucionando y transformándose, sin apenas percibirse, en una historia del enamoramiento de Okada hacia una joven que es la “protegida” de un hombre casado que hace fortuna como usurero de estudiantes (es el “malo” de la novela).
 
Resulta muy interesante por ver la perspectiva histórica de una novela que habla de la plena era Meiji (finales del siglo XIX) desde la perspectiva de la era Taisho (la novela se publica en 1913 y en esa época parece encontrarse el narrador cuando rememora sus vivencias de estudiante de años atrás). Habla de los cambios y metamorfosis que ha vivido la sociedad japonesa y la ciudad de Tokio (hay muchas referencias toponímicas) a lo largo de esas pocas décadas.
 
Toda una delicia, en definitiva. Si, al igual que yo, también la tenéis en la estantería muerta de risa, que sea lo próximo que leáis.