Aún no había leído nada de Ôgai Mori (1862-1922), el autor que, junto a Sôseki Natsume, impulsó la modernización (nada de occidentalización, como se lee por ahí) de la narrativa japonesa durante los últimos años del periodo Meiji (1868-1912).
Ha resultado muy grata la experiencia de leer La bailarina (1890), novela corta de poco más de 50 páginas que narra la experiencia de un estudiante japonés que se traslada a Alemania a trabajar para su empresa y también a estudiar en la universidad, algo que el propio Mori hizo, lo que confiere a este relato matices de autobiografía. A través del texto uno toma conciencia de las estrechas relaciones bilaterales que Japón había sabido forjar con algunas de las potencias europeas de la época, en este caso Alemania, al observar que en Berlín existía, según cuenta el narrador (el protagonista, que lo hace en primera persona) una colonia de estudiantes japoneses.
Sin embargo, la novela no navega tanto por los derroteros costumbristas y sociales, sino que, en consonancia con el carácter introvertido del joven estudiante nipón, se centra en el encuentro fortuito de este con una joven bailarina alemana de extracto social humilde, de quien poco a poco el chico va quedando prendado, con los problemas que eso le acarrea, dados los infinitos prejuicios que en la época existían hacia el mundo del "artisteo".
Novela que nos habla de amor, de relaciones sentimentales entre personas de distinta nacionalidad y del esfuerzo por superar las barreras culturales, que a veces resultan insalvables... ¡No me digáis que la novela no resulta moderna para haber sido escrita hace más de 120 años! A pesar de todo, el paso del tiempo se deja notar a medida que uno va leyendo y se dejan ver en el relato valores, razonamientos y pautas de conducta que pueden provocar en el lector del siglo XXI una sonrisilla, cuando no una sonora carcajada. Con todo y con eso, su lectura resulta fresca, muy ligera, sencilla, casi naif, yendo en todo el momento al grano pero sin sacrificar la lírica y recreación de un ambiente algo depresivo, trágico...
La publicó en castellano recientemente Impedimenta, con traducción de Yoko Ogihara y Fernando Cordobés.
A mí El rumor del oleaje me parece, sin más, una magnífica novela, una de las mejores que he leído. La que más me gusta de Mishima, la que más me ha emocionado. Una maravilla de sencillez y profundidad al mismo tiempo. Ahí está el ser humano, sus sentimientos, su relación con la naturaleza. Un Mishima que huye de ser pretencioso. Para mí es una obra de cabecera que siempre regalo y recomiendo y nunca defrauda. Respecto a eso del sentido de 'obligación social' supuestamente tan japonés, no hay que irse muy lejos. Es propio, con matices, de cualquier sociedad tradicional. Basta mirar el siglo XIX europeo o la literatura rusa.
ResponderEliminarMe alegro de haber encontrado tu blog. Muchas de las obras que comentas las he leído, sin ir más lejos las tres últimas: El rumor del oleaje, La bailarina y Mil grullas. Me han gustado mucho. Un saludo y cuéntame entre tus lectores.