miércoles, 26 de octubre de 2011

"De qué hablo cuando hablo de correr", de Haruki Murakami


Ahora que después de muchos años sin participar en ninguna carrera popular he vuelto, en buena medida por imperativo sanitario, a calzarme un par de zapatillas y salir a la calle a tirar millas a golpe de calcetín, tiendo a dirigir la mirada a aquella literatura de ficción o no que de manera directa o indirecta aborda el tema de las maratones y el atletismo de fondo en general.

No podía pasar por alto este trabajo autobiográfico de Haruki Murakami, donde, a modo de sui géneris salida de armario, el novelista nos revela los entresijos de una de sus facetas personales menos conocidas y quizás menos interesantes tanto para el público general como para sus fieles lectores: la del Murakami que hace footing. Y sin embargo, una vez más Haruki-san da muestras de ese peculiar talento que tiene para lograr que situaciones absurdas o cuestiones aparentemente baladíes se conviertan en objeto de interés, cuando no de declarado fetiche intelectual, para millones de lectores en todo el mundo. Como tantas y tantas personas en el planeta, Murakami hace algo tan simple como plantarse un pantalón corto y bajarse al parque más próximo a su casa para hacerse unos kilómetros al trote. La diferencia es que él nos cuenta en un libro por qué lo hace (y nos lo cuenta bien, aunque también es cierto que él nunca va a tener problemas para encontrar una editorial dispuesta a publicar lo que sea con tal de que lleve su firma); nosotros después lo leemos.

Lo que son las cosas: se trata probablemente de la más realista de todas las publicaciones de Murakami. Aquí no hay fantasía de ningún tipo ni licencias oníricas que valgan. Y sin embargo, me ha parecido la obra más "friki" de cuantas he leído de este autor. Y eso es quizás porque nos tiene tan acostumbrados a navegar por esos improbables universos paralelos que él sabe crear, que cuando se pone a hablar de algo que está sólidamente cimentado en la realidad, resulta extraño e inesperado. Aunque, al igual que sucede en la literatura de ficción de Murakami, en este ensayo abundan las frases y opiniones lapidarias, certeras, rotundas, de esas que son dignas de ser enmarcadas o nutrir las páginas de un libro de citas. Estos son solo tres ejemplos:

"Así es la escuela. Lo más importante que aprendemos en ella es que las cosas más importantes no se pueden aprender allí."

"No existe en ninguna parte del mundo real nada como tan bello como las fantasías que alberga quien ha perdido la cordura."

"En última instancia, tal vez solo pueda afirmarse una cosa: que quizá la vida sea así. Y que quizá no nos quede otra opción que aceptarla sin más, tal cual, sin buscar circunstancias ni motivos. Como los impuestos, las subidas o bajadas de las mareas, la muerte de John Lennon o los errores arbitrales en el Mundial de Fútbol."

Pero por encima de todo esto, la principal enseñanza que se obtiene de esta lectura es la de que Murakami es un personaje absolutamente modesto en su grandeza, humilde en su gran sabiduría; una persona totalmente "del montón", en el buen sentido de la palabra; un escritor de la gente y para la gente. Y esto que acabo de decir, que en principio debería de ser irrelevante, a mí me parece que es uno de los rasgos que convierten a la figura de Murakami en más atractiva si cabe. Acostumbrados como estamos los lectores (sobre todo los lectores españoles) a toparnos con autores engreídos, ensoberbecidos, aparentes candidatos a una oposición de la estupidez o a una competición deportiva en la que gana el mayor de los gilipollas, resulta de lo más grato comprobar que en tierras lejanas existen autores cuya salud mental fluye pareja a su salud física. Que le dure muchos años al bueno de Murakami.

Este título fue publicado en español por Tusquets y traducido del japonés por Francisco Barberán.

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