Esto era otra cosa. Me reconcilio con la pluma de
Nagai Kafû después de leer Una extraña
historia al este del río (1937), novela corta mucha más elaborada que Durante las lluvias, con la que comparte
volumen en su edición en español, publicada por Satori. Ahora he podido
entender los elogios que Carlos Rubio le dedicaba a Nagai Kafû en su introducción
a estos dos trabajos. Y aunque sigo viéndolo algo alejado de la categoría de
genio, ahora me parece un poco más próximo a esa condición.
Como obra de madurez que era (Nagai Kafû tenía 58
años cuando se publicó), Una extraña
historia al este del río ofrece elementos de calidad literaria y
aspiraciones técnicas y estéticas que van mucho más allá de la mera descripción
de los ambientes y espacios más característicos del Japón putero y libertino de
los primeros años de la era Showa. Por supuesto que también hay mucho de eso,
pero la cosa no se queda ahí y aspira a alcanzar otros horizontes. De
momento, nos encontramos con un sugerente planteamiento metaliterario, bajo el
pretexto de la historia de un escritor que se enamora de una prostituta, a la
par que trata de escribir una novela. Así, entre episodio y episodio
transcurrido en los bajos fondos tokiotas, el protagonista va proporcionando al
lector detalles sobre su proceder como escritor e incrustando en el texto
fragmentos de la novela que está componiendo.
En definitiva, un ejercicio original, complejo y
altamente autobiográfico, con aires de innovación y de vanguardia, con aromas a
esos autores franceses que Nagai Kafû tanto admiraba. Y es que, a medida que
iba leyendo Una extraña historia al este
del río, por mi cabeza iban
pasando recuerdos vagos pero elocuentes de Los
monederos falsos de André Gide. Quizás la novela de Kafû no alcance la
complejidad de la de Gide, pero ello no le resta originalidad ni interés. En
otras palabras, se perciben las influencias de André Gide, pero ello no supone
una renuncia por parte de Nagai Kafû a la esencia literaria del Japón: como
ejemplo, cabe comentar que, en un momento de la novela, el protagonista
reconoce la importancia de incluir en una novela los fenómenos meteorológicos o
la observación de la naturaleza. Y así lo cumple el propio Kafû: la gran
mayoría de los capítulos de Una extraña
historia al este del río se inician con una descripción del tiempo y/o del
paisaje en el momento en que transcurre la acción. En fin, eso que a mí me da
por llamar “momento haiku”, y que a autores como Kawabata se les daba tan bien.
Pues Kafû, cuando se lo proponía, tampoco se quedaba corto, a lo que se ve.
Un texto que parece transitar sin rumbo definido ni planteamiento estructural claro, lo que no es de extrañar en el contexto histórico en que fue escrita, pues se trata de una novela con la que Nagai Kafû nos lleva una vez más al sórdido mundo
del Japón de entreguerras, época en que el país navegaba lentamente a la deriva
y hacia un trágico hundimiento que aún no se había producido ni tan siquiera se
atisbaba, aunque ya parecía contar con un significativo grupo de náufragos,
como lo eran los personajes que pueblan las páginas firmadas por Nagai Kafû (él mismo sin duda figuraba en esa nómina de náufragos): un
autor que habrá que seguir leyendo.
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