Cuatro años llevaba ya esta novela acumulando polvo en la estantería,
y ahora que por fin he acudido en su rescate, no he tardado ni un día en leerla.
Supongo que es algo que nos sucede a todos: era uno de esos libros que compras
con la intención de leer cuanto antes, pero luego van surgiendo otros títulos
que, por la razón que sea (porque crees que son mejores, porque te los han
recomendado encarecidamente, porque has de leerlos, porque todo el mundo los
lee y tú no vas a ser menos, porque se cumple el aniversario de la publicación
de tal o cual obra, o de la muerte de tal o cual autor, porque sí), te obligan
a postergar la lectura de aquel modesto librito que con tanta ilusión habías
adquirido en la librería años atrás.
Y me lo estaba perdiendo. Ahora lamento haber dado de lado a El ganso salvaje en beneficio de otros
títulos que en su momento supuse más interesantes, más entretenidos, más
enriquecedores. La novela corta de Ogai Mori merece recibir el galardón de los
tres calificativos de la frase anterior. Me he encontrado con una historia muy
bien perfilada y estructurada, que sabe retener y hasta acrecentar el interés
del lector, sin nada que envidiar a lo que hacían los grandes novelistas
europeos de su época, con un punto de vista narrativo que resulta incluso
avanzado para aquellos tiempos: ese narrador subjetivo que conoce bastante bien
al protagonista, el estudiante Okada, pero no solo se limita a narrar las
peripecias de éste, sino que también interviene en la acción. Es una técnica
que haría famoso a Stefan Zweig, pero que, a lo que se ve, Ogai Mori sabía
aplicarla con pericia a algunos de sus trabajos. Tiene además la virtud de ir
transformando la naturaleza de la historia a lo largo de sus páginas: lo que al
principio parecía que iba a ser una comedia sobre las relaciones entre dos
estudiantes, Okada y el narrador, va evolucionando y transformándose, sin
apenas percibirse, en una historia del enamoramiento de Okada hacia una joven
que es la “protegida” de un hombre casado que hace fortuna como usurero de
estudiantes (es el “malo” de la novela).
Resulta muy interesante por ver la perspectiva histórica de una novela
que habla de la plena era Meiji (finales del siglo XIX) desde la perspectiva de
la era Taisho (la novela se publica en 1913 y en esa época parece encontrarse
el narrador cuando rememora sus vivencias de estudiante de años atrás). Habla
de los cambios y metamorfosis que ha vivido la sociedad japonesa y la ciudad de
Tokio (hay muchas referencias toponímicas) a lo largo de esas pocas décadas.
Toda una delicia, en definitiva. Si, al igual que yo, también la
tenéis en la estantería muerta de risa, que sea lo próximo que leáis.
Me la acabo de terminar y en efecto, una maravilla de delicadeza, un placer de lectura!
ResponderEliminarGracias por recomendarla :)
Muchas gracias a ti por animarte a leerla y por comentarla acá. Un saludo ;)
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