viernes, 7 de marzo de 2014

"Diario de una vagabunda", de Hayashi Fumiko


Hay literatura de la de verdad, de esa que no persigue objetivos comerciales, que no piensa más en el lector o el editor que en el autor; de esa que solo puede salir del corazón, o de las vísceras, o incluso de ambas en mayor o menor grado de proporción. Es lo que creo que sucede con Diario de una vagabunda, la curiosa e inquietante aportación autobiográfica de la escritora japonesa Hayashi Fumiko (1903-1951), mujer que, según se desprende de la lectura de su libro, las pasó bastante putas a lo largo de su corta vida, sobre todo en sus años de infancia y juventud (los que describe su libro, escrito en 1930), pero eso no le impidió en todo momento luchar con encono para tratar de ser ella misma, aunque para ello tuviera que navegar contra viento y marea. En las páginas del Diario de una vagabunda se ofrece un catálogo de todos los amores y los odios de Hayashi Fumiko, que trataba de ser escritora y, más audaz si cabe, vivir de ello. Pero ni los tiempos ni el lugar en los que le tocó vivir parecían ser los mejores aliados para lograr semejantes objetivos, y entonces ahí vemos a Fumiko viéndose obligada a desempeñar trabajos ingratos, a acercarse a ciertos hombres por necesidad, a vagar por todo lo largo y lo ancho de la geografía japonesa en busca de lo que Tokio no podía ofrecerla. Nos encontramos con un espíritu libre, que no dudaba en criticar mordazmente a los intelectuales de su época que se abonaban a la literatura proletaria y que veían en la revolución socialista la panacea que les iba a librar de todos los males, si bien en un momento de su vida su libertad incurrió en la contradicción de aceptar trabajos de cronista en varios lugares de Asia colaborando con el régimen dictatorial japonés. Pero bueno, muchos escritores han tenido similares borrones en sus trayectorias; recordemos al premio Nobel noruego Knut Hamsun (por cierto, apreciadísimo por Hayashi Fumiko, y a quien cita en más de una ocasión en el Diario de una vagabunda), que en la Segunda Guerra Mundial acabó apoyando al régimen nazi. Aun así, con todas sus contracciones, o precisamente por ellas, la figura de Hayashi Fumiko merece la pena conocerse. Y, gracias a los de Satori (una vez más), es posible conocerla.

 

1 comentario:

  1. ¡Qué coincidencia, justo anoche terminé de leerlo! Me encantó, se siente una cercanía increíble con la escritora a lo largo de todo el libro, supongo que gracias al estilo sencillo con el que comparte sus ilusiones, sus preocupaciones, sus sensaciones cotidianas. Disfruté sobre todo esa sensibilidad exquisita que tiene Hayashi Fumiko con los detalles, la belleza de su vida en constante movimiento y también ese vitalismo suyo cálido y animoso a la hora de afrontar las adversidades. Es una enorme suerte que la editorial Satori nos haya puesto al alcance esta pequeña joya!

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