martes, 20 de septiembre de 2011

"Silencio", de Shûsaku Endô


Otra novela a la que llegué tras el visionado de su versión cinematográfica, dirigida por Masahiro Shinoda en 1971.

Silencio (1966) es una grata rareza en todos los aspectos. Pocos son los ejemplos de novela histórica japonesa que hay traducidos al castellano. Sin embargo, tenemos la suerte de contar con versiones españolas de Silencio y El samurai, dos de los títulos fundamentales en la bibliografía de Shûsaku Endô (1923-1996).

Me gusta lo que he leído de Endô. Al principio, teniendo en cuenta los temas históricos que trata, uno piensa que va a leer la típica novela histórica de formato bestseller, abundante en erudición histórica y en descripción exhaustiva de corte decimonónico, trufada con elementos románticos a tutiplén. Pero no, en las novelas históricas de Endô el lector observa que este hombre se deja buena parte de su alma en la consecución de sus escritos, que el tema y la época tratadas le afectan y así lo deja reflejado en cada página. En la persona de Endô confluyen dos rasgos que le convierten en un ser singular para haber vivido en el siglo XX: era japonés y católico. No es de extrañar pues que las conexiones y los contactos entre su país y Occidente y la intervención en las mismas de agentes religiosos cristianos sean para él un tema primordial en algunas de sus novelas.

En la que nos ocupa, el protagonista es un jesuita portugués llamado Sebastião Rodrigues que llega a Japón en 1638 con el fin de contactar con Cristóvão Ferreira, otro misionero de su orden que había cometido apostasía y se había convertido al shintoísmo. Incluso hasta se había casado con una japonesa (en fin, que el tal Ferreira era todo un adelantado de su época). Sebastião Rodrigues quiere averiguar las razones que llevaron a Ferreira a abjurar de su fe original... ¡Y vaya que si lo averiguará! Allí descubrirá los expeditivos y "convincentes" métodos que el shogunato Tokugawa empleaba contra aquellos japoneses que se aventuraban a caminar por la senda de Cristo o contra todo aquel gaijin que se proponía acercarse a Japón a hacer proselitismo...

Como sucede en toda buena novela histórica, la trama argumental que gira en torno al padre Rodrigues no le impide a Endô generar una galería de personajes, hechos y ambientes que dibujen un retrato fidedigno de aquellos primeros años del periodo Edo y el fenómeno de las persecuciones a cristianos.

Pese a lo que se pueda creer, la obra no resulta radical en sus planteamientos ideológicos, ni tampoco es de esas que trate de convencernos de algo o de demostrarnos "una verdad", aunque insisto en que la novela se lee mejor si se tienen en cuenta las circunstancias sociales y humanas del autor. Al fin y al cabo, se lee para tratar de entender.

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