sábado, 10 de abril de 2010

"Confesiones de una máscara", de Yukio Mishima


Yo empecé a leer a Mishima "al revés"... Entiéndase, que lo primero que leí de este autor fue lo último que escribió, es decir, su archiconocida tetralogía de El mar de la fertilidad. Y también motivado por aquella famosa película de Paul Schrader Mishima: A Life in Four Chapters. Eran los últimos años 80 y yo era un estudiante de primer año de carrera que empezaba a interesarse de una manera bastante tímida y poco sistemática por lo japonés. Y entre la cruda recreación del haraquiri de Mishima en la película de Schrader y esos arrebatos de fervor ultranacionalista mishimiano que se palpan en toda su tetralogía final, pero fundamentalmente en Caballos desbocados (la segunda de las novelas que componen la saga), empecé a forjar una idea algo antipática del que hoy, lo que son las cosas, se ha convertido en mi novelista japonés favorito de cuantos vivieron en el pasado siglo.

No sé si con razón o sin ella, pero se puede llegar a la conclusión de que Mishima sufrió un proceso involutivo a lo largo de los últimos 20 años de su vida, pues esa imagen del ultraderechista que en 1970 promovió el conato de golpe de Estado tras el que se suicidó, poco tiene que ver con ese Mishima profundo y emocional a la vez de sus primeras novelas, como Confesiones de una máscara, que es su debut en el terreno de la narrativa larga. Sorprende la vigencia del tema, a más de 60 años de su publicación, pues la historia es una salida del armario en toda regla, con un protagonista que un día descubre que siente una atracción irreprimible hacia su compañero de estudios, aunque al final opta por tratar de casarse con alguien del sexo opuesto (después de todo, la solución burguesa y políticamente correcta solía vencer en la narrativa japonesa de aquellos tiempos).

Con todos esos ingredientes, Confesiones de una máscara me ha dejado muy buen sabor de boca, sobre todo por lo mucho de autobiográfico que este libro tiene, con un Mishima que, a través de las andanzas del protagonista, deja todas las cartas sobre la mesa, y ya no sólo por la declarada homosexualidad, sino por ese constante viaje introspectivo, esa continua mirada hacia el interior, hacia la obsesiva investigación de temas como el amor, la pasión, la razón y, por supuesto, la muerte. En otras palabras, que Confesiones de una máscara es como una tarjeta de visita que Mishima proporciona a sus lectores para que se hagan una idea de lo que va a ser su trayectoria futura como escritor y como ser humano... Aunque, como ya comenté al inicio, experiemente dos décadas de transformación como hombre y como autor.

Publicada por Espasa Calpe en su Colección Austral.


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