viernes, 9 de abril de 2010

"Tigre blanco", de Aravind Adiga


Por increíble que pueda parecer, el blog del inefable Sánchez Dragó puede llegar a dar pistas de buena literatura (malo es que a él no se le pega), y a través de dicho cuaderno de bitácora hasta se puede llegar a descubrir una cierta afinidad con los gustos literarios del famoso presentador de televisión y presunto escritor. Lo que son las cosas.

De hecho, hasta ese buen día en que me metí en el diario digital dragoniano (en verdad yo no quería, pero fue una de las muchas y severas consecuencias que sobre mis neuronas tuvo la impía ola de frío que nos azotó el pasado invierno), yo no había oído hablar de este Aravind Adiga y su Tigre Blanco, novela que ha tenido una excelente acogida en el público, dentro y fuera de la India, país de origen del autor, quizás porque sus páginas son las pistas donde tienen lugar un desfile de verdades, a cada cual más políticamente incorrecta, en torno a esa compleja realidad que es la India de hoy.

La novela no tiene nada que envidiar en cuanto a temática social y agridulce sentido del humor a las novelas picarescas que hace cinco siglos se escribían en España, con un personaje central que trata de progresar socialmente mediante las únicas estrategias posibles de que una persona de baja categoría social dispone tanto en la India de hoy como en la España del Siglo de Oro: el engaño, la audacia y la violencia.

De esta novela me quedo con casi todo, quizás por lo que de rareza tiene: aquí se dicen ese tipo de cosas que normalmente no se suelen decir en otros textos, por miedo a no se sabe exactamente qué. Me encanta lo que de didáctico tiene, con ese protagonista que, una vez que ha conseguido triunfar, se dedica a escribir correos al Primer Ministro de China para explicarle lo que la India es en realidad, frente a lo que oficialmente le van a contar cuando vaya de visita a Delhi. Realmente podríamos ver que Aravind Adiga nos toma a cada uno de nosotros como ese mandatario chino, y nos hace abrir los ojos, para que no caigamos en esos fuegos de artificio que lanza el glamour de Bollywood y otras demencias creativas.

Háganle un favor a su salud mental y crean a Adiga. La India es como él dice que es, o al menos se le parece bastante.

Publicada en español por Miscelánea Editorial.


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